Como todos sabéis, los alimentos tienen un periodo natural en el que se conservan frescos, pero debido a diferentes factores, con el transcurso del tiempo su vida en uso comienza a descender dando paso a un proceso de deterioro y putrefacción.
Existen infinidad de métodos para conservar de los alimentos, desde conservación por frío donde podríamos encontrar la refrigeración, la congelación y la ultracongelación, la conservación por calor, con métodos como la pasteurización o esterilización, métodos químicos, donde los más comúnmente conocidos serían el salazón o el ahumado, e incluso algunos métodos más sofisticados como la liofilización, la cual se basa en una desecación en donde se produce el paso de sólido a gas sin pasar por la fase líquida, eliminando el agua de un alimento congelado aplicando sistemas de vacío.
Sea cual sea el método del que hablemos, la finalidad no es otra que la de evitar al máximo el deterioro del alimento. En nuestro artículo “La despensa en cuarentena” dejamos algunas pinceladas sobre consejos de conservación, pero hoy queremos dedicar este artículo a dos métodos prácticos, económicos y sencillos para aplicar en la cocina, y estos son la conservación por envasado al vacío y al baño María.
El envasado al vacío es un proceso a través del cual retiramos el aire existente en el interior del envase. Gracias a este sistema o método conseguimos alargar la vida útil de los productos ya que al extraer el aire conseguimos detener la actividad de las bacterias aerobias, es decir, de aquellos organismos que precisan de oxígeno para desarrollarse y llevar a cabo su actividad esencial que no es otra que la de alimentarse y reproducirse.
Cómo envasar tus alimentos al vacío
Este método es muy sencillo ya que tan sólo tendremos que introducir el alimento en la bolsa, colocar la parte abierta de la misma en el tope que indica nuestra máquina, cerramos la compuerta y activamos el vacío. Una vez finalizado activaremos el sellado y ya habremos terminado.
Para envasar al vacío recomendamos usar siempre las bolsas gofradas (bolsas especialmente diseñadas para utilizar en la técnica de envasado al vacío). Este tipo de bolsas viene esterilizado desde la fábrica, evitando así cualquier contaminación directa con la comida, y ayudando a conservar al máximo todas las propiedades del alimento.
Otro dato a tener en cuenta es el tamaño de la bolsa, ya que si es muy grande estaremos desperdiciando espacio, pero en el caso contrario puede ocurrir que el cierre no cumpla con su función y no se produzca el vacío necesario para conservar los alimentos; es preferible tener que cortar la bolsa a la medida que necesitemos a que falte espacio.
Otra de las grandes ventajas de éstas es que son son reutilizables, por lo que además de ahorrar en espacio, ahorraremos tiempo y dinero. Una cosa importante a tener en cuenta a la hora de reutilizar estas bolsas es el intentar evitar la contaminación cruzada y la mezcla de sabores, por lo que se deberán guardar los mismos alimentos que teníamos previamente (por ejemplo, si había pollo, deberíamos volver a introducir en esta bolsa pollo, no pescado ni verduras).
Cabe destacar que también existe la presencia de las bacterias anaerobias, las cuales se pueden desarrollar sin problemas en un medio sin oxígeno pero para que esto no suceda, junto con el envasado al vacío podríamos combinar el tradicional método del baño María, logrando así la desaparición de ambos microorganismos, y evitando riesgos innecesarios.
Cómo conservar tus alimentos al baño María
En este caso, esterilizamos los tarros para acabar con los microorganismos que pueden estropear el producto (hirviéndolos, por ejemplo).
Una vez que los tarros estén esterilizados, se introduce el alimento en los botes (normalmente purés, caldos o salsas, alimentos principalmente líquidos). El alimento debe llegar a ras del bote y éste se debe introducir caliente para poder generar el vacío. Una vez se haya cerrado el bote fuertemente, se deberán introducir en una olla con agua caliente durante 20 y 30 minutos. A continuación se tendrán que sacar los botes y colocarlos boca abajo durante unos segundos, para finalmente volver a colocarlos en la posición correcta.
Ahora no nos queda más que dejar enfriar a temperatura ambiente, y una vez fríos presionamos sobre la tapa del frasco para comprobar que esta no cede, lo que querrá decir que hemos realizado el proceso correctamente.
Si al abrir un bote no oyes ese peculiar «pop», significará que no estaba bien cerrado y lo mejor es que lo tiremos inmediatamente a la basura para evitar intoxicaciones.
Y, si sois de los que todavía no tenéis envasadora al vacío, aquí os dejamos aquí un link de una de ellas que cumple con las funciones básicas para comenzar con este estupendo método, ¡además incluye el envasado para tarros!.
¡Y hasta aquí nuestro artículo de hoy!
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Victoria Castillo