Según la OMS, el estrés se ha convertido en la enfermedad número uno del s.XXI: cargas familiares, interminables horas en la oficina, y la constante presión publicitaria hacen que cada vez sintamos un mayor desasosiego, el cual se traduce a su vez en enfermedades tanto físicas como psicológicas: problemas cardíacos, de depresión, de ansiedad y de sobrepeso entre otras.
En nuestra anterior entrada de blog hablamos sobre la ansiedad por comer y cómo el estrés puede repercutir a la hora de tomar buenas o malas decisiones nutricionales; en artículo de hoy hablaremos de cómo ese estrés psicológico puede llevarnos a un estancamiento en la pérdida de grasa e incluso en ocasiones, a hacernos engordar.
Las emociones juegan un papel muy importante en nuestra salud; hay personas tienden a somatizar, o lo que es lo mismo: hay personas a las que las emociones les afectan en un grado mucho mayor que a otras, expresando los nervios y la ansiedad a través de dolencias y de enfermedades varias, repercutiendo en el correcto funcionamiento del cuerpo limitando el objetivo de mejorar la composición corporal.
¿Cómo se comporta nuestro cerebro frente a condiciones de estrés?
La parte de nuestro cerebro más primitiva se activa frente a situaciones de estrés, y éste a su vez pone en marcha a los órganos, los cuales empiezan a segregar hormonas que hacen que nuestro cuerpo se mantenga alerta. El problema radica en que cuando este estrés se prolonga en el tiempo, se corre el riesgo de convertirlo en algo crónico.
¿Qué consecuencias tiene el estrés crónico en la pérdida de grasa?
Estas alteraciones psicológicas y fisiológicas, además de ser totalmente contraproducentes para el buen funcionamiento de nuestro organismo, también generan una serie de alteraciones hormonales como por ejemplo, un cambio en los niveles de cortisol. El cortisol es una hormona que está estrechamente ligada con la obesidad abdominal; cuando se incrementan los niveles de esta hormona se producen cambios muy significativo en nuestro organismo:
- Retención de líquidos. El cortisol inhibe la pérdida de sodio y anula la diuresis al actuar sobre la hormona antidiurética. Esto se traduce en una mayor retención de líquidos y por tanto en un mayor peso (aunque no sea graso).
- Acción sobre el tejido graso. Un alto nivel de cortisol en sangre hace que el cuerpo se vuelva propenso a la hora de crear grasa (mejora la lipogénesis), sobre todo, grasa visceral (a nivel del abdomen). Además, estudios científicos reflejan la relación existente entre la grasa visceral y el cortisol; la grasa abdominal también produce cortisol, por lo que nuestro organismo entra en una especie de bucle, siéndole cada vez más difícil desprenderse del tejido adiposo.
- Aumento del apetito. Un alto nivel de cortisol en sangre hace que se reduzca el de la leptina (hormona que regula el apetito), lo que provoca que el organismo opte por alimentos mucho más calóricos y con un alto porcentaje en grasas y azúcares
- Acción sobre tus músculos. El cortisol es la hormona encargada de la catabolización muscular; cuando los niveles de cortisol son más elevados de lo normal, se genera glucosa a partir de las proteínas musculares, es decir, se pierde masa muscular y se reduce por tanto el gasto calórico.
Pero el estrés crónico no solo afecta a nuestras hormonas, también provoca cambios en la estructura de nuestro ADN, es decir, provoca un acortamiento en los telómeros.
Los telómeros están relacionados con el envejecimiento celular, y una de las consecuencias directas del envejecimiento, fisiológicamente hablando, es la reducción de la tasa metabólica en reposo, la redistribución de la grasa hacia el tronco, y la pérdida de masa muscular en las extremidades, cerrando así el círculo vicioso del que hablábamos al principio del artículo.
Como podemos ver, en numerosas ocasiones subestimamos la influencia que tiene el estrés sobre nuestro cuerpo y nuestra mente, pero es un factor al cual hay que prestar mucha atención.
Lo primero que hay que hacer es cuidar nuestra dieta, practicar deporte, y descansar lo suficiente para poder reducir los niveles de estrés, y por ende, el cortisol en sangre.
Si quieres lograr un peso y un cuerpo saludable, comienza a adquirir nuevos hábitos tanto conductuales, como deportivos y alimenticios, y si necesitas ayuda para conseguirlo, no dudes en contactar con un profesional de la nutrición, todo pequeño cambio será bien recibido por tu cuerpo.
Así que ya sabes, mindfulness.
Victoria Castillo