Cómo calmar la ansiedad por la comida

Herramientas nutricionales

Arrancamos nuestro primer blog con una de las cuestiones más frecuentes que me suelen consultar como nutricionista, pero antes de nada, permíteme que te plantee la siguiente situación:

Quieres bajar de peso y cambiar tus hábitos alimenticios o tu estilo de vida; has vaciado la despensa de “tentaciones” y definitivamente te has comprometido contigo mismo a comer solo “real food”. 


Te has marcado un reto personal, pero de repente algo falla en ese planteamiento tan sano: llegas a casa y en un momento de aburrimiento o de estrés, empiezas a sentir ansiedad por comer, y no precisamente algo sano y bajo en calorías, sino algo “prohibido”; has tenido una larga y dura jornada laboral, y te dices a ti mismo: ”merezco un premio”. Quieres mantenerte firme, pero no puedes más, entonces te convences de que sólo será un trocito, pero al final te comes media tableta de chocolate.


¿Te resulta familiar?  

Lo primero es entender que la ansiedad no es siempre mala. 

Hay momentos en los que la ansiedad puede ser positiva, como por ejemplo, a la hora de rendir en un examen o plantandole cara a una entrevista de trabajo. Este tipo de ansiedad es positiva y desaparece una vez finaliza la situación que la provoca. 


El problema de la ansiedad es cuando empieza a producir cambios a nivel físico y mental. En este caso hablaríamos de una “ansiedad crónica”, la cual hace referencia al punto donde tu mente comienza a generar alteraciones a nivel somático: aumento de la tensión arterial, aumento del cortisol, reducción del hipocampo y aumento de la amígdala, etc. Todas estas alteraciones generan cambios en la producción de hormonas y te pueden llevar a sentir el típico “gusanillo insaciable” a todas horas. Entendiendo esto podrás comprender la diferencia entre “ansiedad emocional” y la de “hambre real”.


Podríamos decir que el hambre emocional  aparece cuando hay tristeza, soledad y ansiedad, es decir, cuando tienes los sentimientos a flor de piel. Este hambre se guía por las apetencias del momento. 

Entonces te preguntarás, ¿cómo puedo distinguir el hambre real de un mero impulso emocional?

Para responder a esta pregunta debes plantearte lo siguiente: “me apetece comer una palmera de chocolate pero,  ¿realmente la necesito?”; si no la necesitas, no tienes hambre, sino una apetencia.


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El gusanillo insaciable.

¿Cómo puede ayudarte la alimentación a reducir tu ansiedad

Aprendiendo junto a tu nutricionista a realizar elecciones correctas a la hora de comer. Aquí te dejo unos cuantos consejos que te van a servir para regular la ansiedad:


  • Aumenta la ingesta de proteínas. Esto incrementa el tiempo de saciedad y te permitirá llegar con menos hambre a la siguiente comida.
  • Opta por las versiones de cereales integrales (pasta, arroz, pan, cereales, etc.) y aumenta el consumo de frutas y verduras.  La fibra y los hidratos de carbono complejos te ayudarán a regular la glucemia, evitando que el azúcar en sangre tenga picos muy fuertes de subida y luego caídas muy drásticas, de este modo podrás llegar con menos ansiedad a la siguiente ingesta.

Así como hay ciertos alimentos que pueden ser tus aliados contra la ansiedad, también existen grupos que pueden catalogarse como “el lado oscuro de la alimentación”. Esa otra cara de la moneda va a generarte más ansiedad por la escasa saciedad que producen, y porque aportan nutrientes de escaso interés nutricional, es decir, son opciones superfluas. En este grupo de alimentos “malditos” podemos encontrar:


  • El alcohol. Puede interferir en tu sueño, puede generar hipoglucemia, y pese al pasajero efecto relajante, cuando se metaboliza y se elimina genera un estado de irritación, haciéndote más susceptible frente a la ansiedad.
  • Refrescos azucarados, bollería, galletas, cereales, pastas y harinas refinadas, zumos envasados, helados. Todos estos alimentos son productos que aportan calorías vacías a nuestro cuerpo ya que de ellos tan solo obtenemos azúcares simples y grasas refinadas. Los azúcares simples hacen que incrementen rápidamente los niveles de azúcar en sangre, provocando una fuerte bajada a los pocos minutos de su ingesta, generando poca saciedad y aumentando la ansiedad por comer de nuevo. En el caso de las grasas o aceites refinados,  estos activan procesos inflamatorios y aumentan los niveles de cortisol en sangre, que es la hormona del estrés por excelencia.

En Yo soy mi dieta entendemos lo duro que es sentir que la alimentación te domine, por eso, mientras aprendes a cambiar tu  estilo de vida y poco a poco mejoras tus hábitos nutricionales con nuestros planes personalizados, podrás encontrar un PDF al final de este artículo con opciones súper apetecibles para esos momentos puntuales de tentación.


Finalmente recuerda que la meta es identificar y atender las verdaderas causas que te producen esa  ansiedad e ir introduciendo cambios en el resto de hábitos: desde mejorar la calidad del sueño (lo que se conoce como “higiene del sueño”), incrementar tu vida social, aprendiendo técnicas de relajación, o ejercitando el cuerpo de forma regular, etc. Con estos pequeños cambios aumentarán tus niveles de endorfinas, de dopamina y de los cannabinoides endógenos (sustancias que regulan los niveles de felicidad). También aumentarán los niveles de serotonina, hormona que actúa directamente sobre la calidad del sueño, que regula la ingesta de alimentos, disminuyendo así la sensación de depresión.


En definitiva, de lo que se trata es de reconocer y conectar con la persona que hay tras esos impulsos, pero sin llegar a obsesionarse con ello.




Espero que esta guía te haya sido útil y sobre todo práctica.



¡Nos vemos en el siguiente blog!

Victoria Castillo

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